Creo que ni siquiera es un proyecto personal. Pero no sabía cómo ordenarlo. Porque siento que es una consecuencia clara y predecible de mi amor por las palabras. Siempre me han dicho que hablo mucho. Mucho. De todos los colores, formas y sabores. A todo el mundo. En todos los idiomas que sepa, y si no, pues me los invento (sonando todo lo faltón que te imaginas sí, perdón por eso también). 

Yo pensaba que una simplemente hablaba y listo, que entonaba para darle más chicha a las historias que cuenta y que ahí se acababa el asunto. Pero todo son risas y diversión hasta que con 14 años tu profesora te dice que vayas a un concurso de Lectura Expresiva (siempre me ha parecido surrealista, la verdad) y lo ganas. No es broma. 

Y claro, eso solo puede acabar en que, años más tarde, locutes piezas para clientes como Nissan España, PHB, Lidl… Y que darle voz a manifiestos, videocases, guiones, cuñas… Se convierta en una de tus partes favoritas del trabajo, porque que te paguen por hablar siempre es chulito, ¿no?